lunes, 23 de junio de 2014

Iglesias Gnósticas y Alquimia


En las Iglesias Gnósticas más esotéricas, en particular en aquellas que son portadoras de las tradiciones preservadas de la Rosa+Cruz, pero también, de manera más amplia, en las Iglesias surgidas de ciertas tradiciones mozárabes, la Alquimia tiene un lugar esencial en el corazón de las prácticas sacerdotales. Cualquiera que sea la vía elegida, en un momento dado de la curva astrológica, se vuelve muy importante para el Alquimista someter sus materias al descenso del Fuego Celeste. Es así que los homúnculos, las piedras en fabricación, pueden ser llevadas a los altares para recibir la efusión espiritual, en el crisol de un Athanor tradicionalmente activo en luz negra.   

La rectitud del adepto (sacerdote) debe darse sin falla alguna, y el trabajo requiere de una atención clara y diferenciada. La colocación justa en la búsqueda es la sola garantía de una solución de la vía misteriosa; pero el guía se expresa sólo con unos pocos signos. Los objetivos se consiguen poco a poco, con la ayuda del Santo Ángel, el eón-guía. Cada tradición según su procedimiento y sus secretos; pero la Rosa+Cruz tradicional propone una manera incomparable. El alquimista y el sacerdote se reúnen en el corazón del trabajo a medida que van utilizando los diferentes fuegos, y el fuego de la invocación mística que, a menudo, pone en su lugar las sustancias. Para que el trabajo funcione, el sacerdote debe ser alquimista y obrar a favor de la transformación tanto por la práctica espiritual como por la técnica de laboratorio (ora et labora). El alquimista debe estar abierto a la efusión del Espíritu, preparado para percibir el descenso del Fuego Celeste en la materia. Si en el transcurso de la misa Dios deviene perceptible en el hombre, el elixir natural es también devuelto al Principio. Y sabemos que el aire puede cargarse con partículas de Luz …   

Tau Sendivogius


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